Victoria

La bien bonita Ciudad Jardín

Se la conoce como “La Ciudad Jardín”, por la cantidad de flores y jardines que hay en la ciudad. Fue en sus orígenes un enclave de la Hudson Bay Company, la empresa británica que tenía el monopolio del comercio en la zona, comprándoles las tierras a los aborígenes a cambio de cash, ropa y frazadas.

Se llama así en honor a la Reina Victoria y cobró importancia como puerta de acceso del opio a Norteamérica: su importación desde China fue legal hasta iniciado el siglo 20, cuando terminó siendo opacada por Vancouver.

Usualmente es elegida en los rankings de mejores lugares para vivir. Tomando los suburbios no llega a los 500 mil habitantes.

Muchas personas nos alertaban, antes de nuestro viaje a Canadá, sobre la dificultad de conseguir las autorizaciones migratorias para poder ingresar. Nosotros contábamos con la visa estadounidense y habíamos estudiado las reglas, advirtiendo que si se entraba a país por aire era suficiente con tramitar una ETA, Electronic Travel Authorization. Pues bien, nuestro ingreso se sintió cordial y rápido, sin contratiempo alguno, lo cual nos permite -nuevamente- concluir en que cada viaje es una experiencia personal. Se podrán escuchar sugerencias y opiniones pero la realidad es que lo propio es lo que cuenta.

Desde el aeropuerto hasta el centro de la villa no hay buenas combinaciones de transporte público por lo que sabíamos que debíamos tomar un uber que nos llevaría directo hasta nuestro hotel, el Quality Inn Downtown Inner Harbour, sobre Blanshard St.

Hicimos el check in y partimos a recorrerla ya que solo contábamos con ese día para hacerlo.

Iniciamos la caminata en Thunderbird Park, en el que se exhiben tótems de los pueblos aborígenes de la región: los Gitxsan, los Haida y los Kwakwakaʼwakw. Al costado se encuentra el Royal Museum, centrado en historia y naturaleza.

Muy cerquita de allí el Parlamento se destaca. Un edificio neobarroco con una gran estatua de la Reina Victoria. Se terminó de construir en 1898. El concurso lo ganó un ignoto inmigrante inglés de 25 años que jamás había hecho un edificio, Francis Rattenbury, personaje de película. Su triunfo le dio fama nacional y trabajó para la Canadian Pacific Railway, que le encargó la otra obra maestra de Victoria, el The Empress Hotel. Peleado con la empresa, se iría después con la competencia, con la que proyectó fastuosos edificios. Malamente su dueño murió en el hundimiento del Titanic y Rattenbury cayó en desgracia. Mujeriego, malversador, vicioso, terminó muriendo asesinado a su regreso a Inglaterra.

Continuamos rumbo a Fisherman Wharf’s, donde sabíamos que haríamos una prueba del plato tradicional de pescado frito con papas. Riquísimo, por supuesto, y en un ambiente muy animado. Allí hicimos nuevos amigos mexicanos y californianos.

El Muelle de Pescadores resalta también por sus casas flotantes, unas 35 en la actualidad.

Luego del almuerzo regresamos por el mismo camino rumbo al Downtown y a los Alleys. Primero pasamos por el fastuoso The Empress Hotel, encargado a Francis Rattenbury en 1908, siguiendo la costumbre de las grandes ferroviarias de construir hoteles de lujo junto a las estaciones principales. Tiene un estilo château renacentista francés. En la actualidad lo maneja la marca Fairmont. Tiene 464 habitaciones y es tan caro que sobrevive con el sobrevalorado Té de la Tarde.

Seguimos por Goverment Street, para hacer un primer stop en Munro’s Books, una de las librerías más famosas del mundo. Abierta en 1963 por el matrimonio de Jim y Alice Munro, quien aquí empezó a escribir y en 2013 ganó el Nobel de Literatura.

Luego visitamos la casa de té Murchie’s Fine Tea & Coffee, donde hicimos un stop para disfrutar una taza de té caliente en hebras. Delicioso.

Continuamos camino hacia Trounce Alley, el callejón comercial con negocios de los más antiguos de la ciudad. Mantiene los ladrillos de madera originales de mediados del siglo 19.

Siguió el Fan Tan Alley, el callejón más angosto de Norteamérica, de 73 metros de largo con 90 cm de ancho en su punto más angosto. Supo ser la zona de garitos de apuestas, burdeles y donde se expedía opio hasta 1908, cuando dejó de ser legal.

En la zona ya se abre paso el Chinatown de Victoria. Es el más antiguo de Norteamérica después del de San Francisco. Tuvo su auge con los buscadores de oro y los mercaderes de opio. Fue el asentamiento chino más grande de Canadá, pues doblaba a la población local. El templo Tam Kung es el más antiguo del país.

Regresando hacia el hotel, pasamos por el hotel The Empress, para conocer su bar, aunque no nos quedamos pues nos pareció una tourist trap.

Al día siguiente nos aguardaba un vuelo en hidroavión rumbo a Vancouver, recordando nuestra primera experiencia en estos aviones en Maldivas, cuando nuestra luna de miel. Y así, desde el aire, con impresionante panorámica de la ciudad partimos rumbo a nuestro siguiente destino, la bella Vancouver.