Vancouver
Buenas vibras
Es una ciudad con esculturas por todas partes, rodeada de bosques de arce, con locales enfocados en salir a la naturaleza y la vida sana. Greenpeace nació allí en 1969. Por otra parte, la marca de ropa deportiva Lululemon en 2000.
Es hoy la más cara del país y la cuarta más cara del mundo: un alquiler mensual (de un departamento de un dormitorio) promedia unos 2100 dólares, y el presupuesto de la canasta alimentaria supera los 2500.
Llena de inmigrantes, el 50% usa el inglés como segunda lengua. Influye mucho su puerto, el más importante de Canadá y del norte del Pacífico.
Aterrizamos en el hidroavión que nos llevó desde Victoria. Un descenso fenomenal, realmente inolvidable, con la magnífica ciudad en lo bajo, pasando por el puerto, llegando muy cerca del icónico Canadá Place.
Como @tripticity_ usualmente viaja liviano, solo con carry on, decidimos caminar hasta nuestro alojamiento, ubicado estratégicamente en la zona
De camino, disfrutamos las esculturas del Waterfront. Primero, el Olympic Cauldron, una antorcha que evoca los Juegos Olímpicos de Invierno 2010, diseñada por la aeroespacial Bombardier. A solo unos pasos, The Digital Orca del año 2009, del científico y escritor Douglas Copland, una de cuyas novelas originó un rótulo famoso: “Generación X” (nacidos a principios de los 70). Por último, The Drop, del colectivo alemán de artistas Inges Idee, que asemeja una gota de lluvia como meteorito. Esto porque Vancouver es la tercera ciudad más lluviosa de Canadá.
Hicimos el check in en el conveniente Days Inn del Downtown y de allí iniciamos nuestro paseo, caminando hasta la Catedral Anglicana con su cruz celta y sus vitrales.
Muy cerquita, se encuentra el icónico Hotel Vancouver, de 557 habitaciones, que se encuentra bajo la administración de Fairmont. Imitaban mucho del estilo de quien había sido despedido de la empresa, el arquitecto Francis Rattenbury.
Continuamos por la calle Robson, la más famosa del Downtown. Alquilar acá cuesta unos 300 dólares por metro cuadrado, es una de las 25 calles más caras del mundo.
El señor @tripticity_ tenía preparado un almuerzo de panchitos estilo glam en Japadog. Están hechos con salchichas carne de koro-buta (una raza japonesa de cerdo negro alimentado a batata dulce) y kobe (la escala más alta de las carnes wagyu).
Siguiendo una cuadra, se encuentra la Biblioteca Pública de Vancouver con su galería comercial y su colección de instrumentos musicales. De fondo, el BC Place, moderno estadio donde juegan los Whitecaps.
Doblando por la derecha, por Homer St o Mainland St., avanzamos rumbo a Yaletown, el antiguo barrio ferroviario e industrial. Marcaba el punto final de la red transcanadiense, en la que llegaban buscadores de oro a montones. Abandonado, fue elegido sede de la Expo Mundial 86 y se convirtió en lugar de tiendas y gastronomía.
Desde allí, doblamos por Davie St hacia el puerto, para tomar el False Creek Ferry con dirección a Granville Island.
Tras pasar por la playa de estacionamiento se ingresa al Granville Island Public Market. Un mercado interior con muy variada oferta de puestos gastronómicos y artesanos de las distintas comunidades. No es barato pero la calidad es superlativa. Cierra a las 7 pm. Por Johnston St pasamos por debajo de la autopista hasta Old Bridge St: a cada lado encontramos los Silos Gigantes, de la planta hormigonera de la ciudad, intervenidos por Os Gemeos, la dupla de hermanos paulistas Gustavo y Otávio Pandolfo.
Retornamos al puerto y tomamos el False Creek Ferry azul con dirección a Vancouver Acquatic Centre.
Al bajar avanzamos por Thurlow St hasta Davie St rumbo a Davie VIllage, el barrio bohemio, con cafés culturales y tiendas vintage, el barrio más liberal y gay friendly de Vancouver. Como había buen tiempo, doblamos a la izquierda en Nicola St, caminando unos diez minutos, para cerrar el día en English Bay.
Allí, disfrutamos la obra Engagement, una escultura del americano Dennis Oppenheim, instalada en 2005, que replica otras iguales repartidas por el mundo. Unos metros adelante está el Inukshuk, estructura de piedra que sirve de señal de orientación, en una versión del artista local Alvin Kanak.
Y luego, disfrutamos A-maze-ing Laughter, del chino Yue Minjun, el artista contemporáneo más valorado de ese país. Es un conjunto instalado en 2009 que se convirtió en uno de los favoritos de Vancouver. Luego decidimos quedarnos en English Bay Beach para contemplar el atardecer. Es un clásico punto para ir a ver el sunset sobre el Pacífico.
Al día siguiente teníamos previsto conocer Gastown, Chinatown y Stanley Park.
Teníamos la información que debíamos tener precaución pues íbamos a zonas un poco picantes.
Ese día justo era el feriado nacional. El 1 de julio se conmemora la Ley de la Constitución de 1867, que crea Canadá mediante la unión de varias colonias. Se eligió el nombre del país de una palabra iroquesa, Kanata, que significa asentamiento.
A la vuelta del hotel, arrancamos por el barrio más antiguo de Vancouver, Gastown. Primero pasamos por Marine Building, el rascacielos art deco de 1930, inspirado en el Chrysler de Manhattan. Luego, seguimos a WaterFront Station. Se trata de la estación del Transcontinental, tren que conectaba los extremos del país. El Vancouver Lookout tiene un impresionante mirador en 360 grados.
Seguimos por Water St para Gastown Steam Clock. Todos los días a las 12 hace 12 silbidos. El reloj a vapor de estilo victoriano antiguo es en realidad bastante mentiroso. Es de 1977 y lo encargaron los comerciantes de la calle, sobre una rejilla de vapor donde muchos homeless se juntaban para calentarse.
Continuamos rumbo a Blood Alley, el segundo tourist trap más grande de Vancouver. No hay registros de puestos de carniceros ni de ningún asesinato rimbombante que justifique su nombre, puesto por un periodista de los 70s para impulsar su valor turístico.
Siguiendo se encuentra el Hotel Europe, la versión local del Flatiron de 5ta Av y Broadway de NYC. Bajamos por Carral St rumbo a Chinatown. En el camino, en los callejones, había personas bajo los efectos de las drogas, aunque también había bastante presencia policial. Una aclaración, están en la suya y no molestan.
Una vez en Chinatown, llegamos hasta Sam Kee Building. De 1913, tiene 1,50 metro de ancho en planta y 1,80 en la parte de arriba, por ello Guiness lo mantiene como el récord mundial en edificios comerciales estrechos. Sam Kee, inmigrante chino, compró el terreno pero el Ayuntamiento se lo expropió casi todo, por lo que construyó los locales en la mínima franja que le quedaba. Durante 85 años el Ayuntamiento le cobró al dueño multas por usurpación, por la parte superior...
Seguimos al Jardin Sut Yat Sen, el primer jardín chino abierto fuera de Asia, en 1986 para la Expo. Obviamente se hizo conforme a los principios filosóficos del feng-shui y el taoísmo: armonía y balance de opuestos.
También visitamos Storytelling Centre, el centro cultural de la comunidad.
A las 3 pm teníamos reserva en Top of Vancouver Revolving Restaurant, en el Vancouver Lookout. Iniciaba el happy hour, hasta las 5 pm. Allí pedimos un vino blanco local y un picoteo para acompañarlo. Riquísimo. Mientras disfrutábamos la impresionante vista en 360, en la que la estructura va girando a lo largo de una hora, alrededor de la ciudad. Realmente imperdible. Allí festejamos nuestro séptimo aniversario.
Al salir, tomamos un bus rumbo a Stanley Park, bajándonos en Stanley Park Loop. Desde allí iniciamos una caminata por el parque urbano de 405 hectáreas. Es natural, no fue diseñado por ningún paisajista. Hay árboles de dos siglos, 200 especies de aves y hasta coyotes, que cada tanto atacan a algún visitante. En 2013 fue elegido en Trip Advisor como mejor parque del mundo.
Destacan el Seawall, malecón construido para prevenir la erosión del mar; el edificio del Aquarium, el más grande de Canadá; y el Árbol Hueco, en la zona de vegetación más antigua. Se puede alquilar una e-bici o segway o hacer el circuito entero a pie.
Al terminar, tomamos un bus que nos llevó de regreso hasta el hotel para descansar.
Para el último día, teníamos previsto conocer Grouse Mountain y Lonsdale.
En la mañana paseamos por el Waterfront, desde donde tomamos el Seabus a Lonsdale Quay. El ferry sale cada 15 minutos.
Ese día, compramos en las máquinas expendedoras de la estación central un DayPass con tarjeta ComyPASS. El pase ofrece ilimitado uso de los buses, SkyTrains, SeaBuses y HandyDART durante el día.
El cruce en el ferry ofrece una vista extraordinaria del skyline de la ciudad.
Al llegar, recorrimos el Lonsdale Quay Market. Decidimos almorzar una hamburguesa estilo oriental de salmón. Riquísima.
Luego visitamos el Polygon Gallery, una galería de exposición de fotografía contemporánea, con una exhibición interesante y bien curada.
Por la tarde, tomamos un bus hacia Grouse Mountain. Es una estación de esquí en invierno y reserva natural. Desde lo alto, ofrece un panorámico mirador de Vancouver, más siendo claro el día que nos tocó.
Elegimos el ticket Sunset Special, que sale un tercio del común, para después de las 6 pm que incluye la subida en Skyride. Muchas personas lo toman para después hacer descensos en bicicletas o trekkings poderosos. En lo alto el Altitude Bar ofrece variedad de opciones de tragos y cafetería.
Una anécdota. Una vez arriba, se pueden tomar unas aerosillas que incluso suben un poco más a lo más alto de la montaña. Nos quedamos tan extasiados con las vistas que no nos dimos cuenta de la hora. Para cuando quisimos tomar la aerosilla de retorno ya había dejado de funcionar. Por suerte, los canadienses del oeste son tan chill y buena onda que nos enviaron un 4wheel drive a buscarnos, y así fue. ¡Qué alivio! De otro modo una caminata de al menos 45 minutos nos hubiese llevado recién a la base donde se toma el Skyride hacia abajo.
Luego del periplo, tomamos el mismo bus de regreso a Lower Lonsdale, siempre usando la tarjeta ComyPASS y de allí el Seabus a Waterfront, que sale cada 30 minutos. Una vez en el hotel decidimos descansar ya que al otro día un vuelo a Toronto de Air Canadá nos esperaba.
Tomamos el Tren Canadá Line a YVR Airport, que demoró solo unos 30 minutos dos cuadras hasta Waterfront Station.
En una visita bastante exprés y sin atender demasiado a la increíble variedad de oferta de turismo outdoor que ofrece Vancouver, terminamos este vistazo de la ciudad, admirando su entorno, enclave y buena vibra.