Seattle
La espléndida ciudad del oeste americano
Se trata de la metrópolis principal del noroeste de EEUU, que tomó el nombre de Si'ahl, un líder aborigen de mediados del siglo 19. Polo maderero en sus orígenes, es la ciudad donde nacieron Boeing, Amazon, Starbucks, la agencia online Expedia y los almacenes Nordstrom.
Es también la puerta de entrada a cruceros y aviones hacia Alaska.
Pocas ciudades “no capitales” le dieron tanta historia musical al mundo. Aquí nació Jimi Hendrix, la gran banda ochentosa Heart, el grunge con exponentes de la talla de Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains. Y otras bandas alternativas como los Foo Fighters o Fleet Foxes. En el segmento romántico, el popular Kenny G, y debemos contar a la famosa Orquesta Sinfónica de Seattle.
Así, con tanta tradición cultural y de cafés, en ella se abrió el primer Starbucks. Hoy tiene un importantísimo centro tecnológico y otro de investigación medicinal.
Destacan sus postales con el fondo del Monte Rainier (volcán, en realidad). Muy liberal, bastión demócrata, con fuerte comunidad homosexual y uso legal de marihuana recreativa.
Es la ciudad de EEUU donde es más caro el metro cuadrado y de los más altos costos de vida. Eso originó un problema irresuelto de marginalidad. En su centro es importante la cantidad de homeless que se encuentran por doquier.
Antes de aterrizar, con toda la soberbia investigación que estuvo a cargo del señor @tripticity_ ya teníamos bajada la app Transit Go, con la que pudimos comprar los tickets de bus directamente desde el teléfono. Una aclaración: no sirve para usar el Monorail elevado. Además ya habíamos comprado la CityPASS, muy conveniente para adquirir los tickets de las principales atracciones a mucho mejor precio
Llegamos en un vuelo en conexión desde Los Ángeles en la madrugada, por lo que decidimos hospedarnos en un hotel en la zona del aeropuerto para descansar de inmediato.
Elegimos el Radisson Inn Gateaway pues ofrecía un conveniente shuttle, aunque el hotel se encuentra tan cerca de la terminal que una corta caminata por el Sky Bridge (puente peatonal) era una opción también válida.
Al día siguiente nos esperaba una jornada ajetreada para visitar el MoF y la zona de UpTown.
Esa mañana antes de salir, desde la app Transit Go, compramos el ticket diario, Day Pass, por U$D 8 cada uno. Tomamos el RapidRide (línea de color rojo) y combinamos con el Bus 124 hasta el Museum of Flight.
Llegamos ni bien abría, cerca de las 10 am, y ya era un mundo de niños visitándolo.
Es el museo privado de aviación más grande del mundo. Recibe unos seiscientos mil visitantes por año. Fue creado por los descendientes de William Boeing, pionero de la aviación comercial, que se dedicaban a restaurar aviones antiguos abandonados.
Los imperdibles son el Concorde, los Boeing 727, 737 y el Jumbo, y el primer de Havilland Comet, el famoso avión comercial de 1959 que originó la frase “jet set”.
Además, durante nuestra visita, la exhibición temporal The Mig 21 Project del artista y director de cine sudafricano Ralph Ziman nos resultó muy interesante.
Al salir, tomamos un bus que nos llevó hasta el Hotel Travelodge by Wyndham Seattle Needle, donde nos alojamos los siguientes días.
Caminamos rumbo al Seattle Center, sede de la Expo Mundial 62, con un stop obligado en un 7 Eleven para hacernos de unas pizzas al paso, todo un clásico para @tripticity_ en términos de street food.
En la zona, una alternativa es el Seattle Armory Food, con sus múltiples alternativas gastronómicas. En Seattle Fudge nos tentamos para degustar el típico fudge de caramelo.
Teníamos tickets y reserva confirmada para visitar el Space Needle, pero el día estaba nublado y con lloviznas, así es que no dudamos en preguntar si podíamos cambiarlos para otro día, en el que el pronóstico auguraba un poco más de sol.
Sin problema nos lo cambiaron, lo cual nos confirmó la máxima de que siempre hay que intentarlo, incluso aquello que creemos que no sucederá.
Para ese mismo día también teníamos reserva hecha para visitar el Chihuly Garden and Glass, que se encontraba incluido en el CityPASS.
Es una mezcla de galería de arte y jardín botánico con obras del artista local Dale Chihuly, maestro del vidrio soplado, una técnica que crea burbujas dentro del vidrio fundido. Imperdible.
Al lado se encuentra el Museum of Pop, otro destacado de la ciudad, al que accedimos también con el CityPASS. En su caso la reserva previa no era obligatoria.
Es el museo de cultura contemporánea fundado por Paul Allen, cofundador de Microsoft. El arquitecto a cargo de tamaña estructura fue Frank Gehry. Contiene una exhibición de arte digital, experimentación interactiva, ciencia ficción, muestras de Nirvana y Hendrix, un cine (Star Trek), videojuegos, etc.
Atento a los cambios de planes producidos por la cuestión climática, decidimos hacer la visita al célebre Starbucks Reserve.
De camino pasamos por la tienda Nordstrom para unas rápidas compras, para luego admirar The Spheres, complejo que Jeff Bezos construyó para los empleados de Amazon. Cuenta con variedades de plantas de todo el mundo, especialmente del Amazonas.
Muy cerquita de allí hay una sequoia gigante, es un árbol originario de Norteamérica gigante y longevo: pueden alcanzar hasta ciento veinte metros de altura y vivir 1200 años.
Finalmente, tomando un bus llegamos a Starbuck Reserve que no permite reserva previa y en todos los blogs anunciaban una espera de casi una hora para ingresar. Si bien eso no sucedió, la espera para el bar resultó imposible. Queríamos probar los cócteles de café tan creativos que proponía su carta. Pero la espera fue interminable y el trato de los inexpertos mozos fue una invitación a desistir en el intento.
A diferencia de los stores tradicionales, Reserve solo comercializa las mejores variedades de cada añada, en destacados locales con temática industrial de los años 50. Ofrecen gastronomía italiana, literatura del café y, claro, tuesta y procesa a la vista los granos selectos. Hoy solo hay seis en el mundo: Seattle, Chicago, NY, Milano, Shanghái y Tokio.
Al día siguiente, nos tomamos un shuttle gratuito Con stops en los puntos turísticos de la ciudad.
Bajamos en Waterfront, para desde allí subir hasta Pike Place Market.
Desde 1907, es uno de los mercados activos más viejos de EEUU. Del otro lado, la calle Pike es una de las zonas más picantes de EEUU, con venta de drogas y marginalidad.
Allí también se encuentra Gum Wall, un callejón que en los noventas se llenó de chicles masticados.
Justo frente del mercado se halla el icónico Starbucks y una fila interminable de personas queriendo ordenar un café al paso de ese local. Starbucks nació en 1971, no como cafetería sino como proveedora de granos de café para los tantos bares por la energía cultural de la ciudad. Recién en 1986, gracias a un inversor, abre su primer store, hoy demolido, por lo que la gente hace fila por un café creyendo que es el primero.
A una cuadra, sobre Post Alley, hicimos un stop en Perennial Tea Room, una tienda de tés bien bonita.
Cerca del mediodía ingresamos al Aquarium, con el ticket de City Pass, cuya reserva habíamos hecho con antelación. Empezamos por la Pier 59 Entrance, que conecta al Pier 60.
Al salir paseamos por el Waterfront, con sus célebres tiendas de antigüedades, y paramos a almorzar en Skalka. Un restaurant de platos georgianos. Probamos el Adjaruli Khachapuri. Muy rico.
Luego tomamos un bus para ir hasta el Polar Bar, que funciona dentro del The Arctic Hotel, del año 1916, para aprovechar el happy hour de 3 a 5 pm. Allí iban a beber capitanes, marinos de barcos balleneros, buscadores de oro. Sabíamos que debíamos preguntar en el lobby o al bartender si era posible ir al Northern Lights Ballroom del segundo piso. Y así fue. Con amabilidad nos llevó nuestro mozo a conocer el icónico salón de baile.
Regresamos al Waterfront para conocer el Ocean Pavillion, la parte moderna del Aquarium, que contiene exhibiciones marinas del noroeste del Pacífico.
Ese día también teníamos reserva para hacer el crucerito que da una vuelta por la línea costera de la ciudad.
Se trata de Pier 55 Argosy Harbor Cruise. Elegimos la salida de las 7.20 pm. Es muy recomendable para tener una panorámica de la ciudad.
Al bajar de la embarcación ya estaba oscureciendo por lo que el Waterfront se empezó a iluminar, destacando el Seattle Great Wheel, la noria gigante de la ciudad.
El tercer día tocaba conocer Pioneer Square y Chinatown.
El área de Pioneer es zona de homeless, por lo que fuimos con atención, sobre todo porque era sábado.
Primero visitamos Pioneer Square, el primer barrio de Seattle, de mediados del siglo XIX. Un incendio azotó sus cuadras en 1889, se reconstruyó en estilo victoriano y neorrománico. Hay esculturas, galerías y restaurantes.
Luego rumbeamos para el Waterfall Garden Park, un rincón de paz con cascada artificial diseñada por Masao Kinoshita. Bajando por 1st Ave y tomando S Jackson St vimos unas galerías de arte que se destacan en la zona y el Museo Klondike, que evoca a los buscadores de oro a fines del siglo XIX en esa región.
De allí nos dirigimos hacia la 4th Ave rumbo al Barrio Chino.
Pero una aclaración: el International District contiene los barrios de Chinatown (primeros inmigrantes mediados siglo 19), el barrio japonés Nihonmachi y Little Saigon (post guerra de Vietnam).
En 1882 el gobierno prohibió la inmigración china porque dejaba sin trabajo a los locales. Con muchas mudanzas, hoy Chinatown está formada por los descendientes de los que llegaron antes de la prohibición y mantienen sus tradiciones después de casi dos siglos.
Después de Pearl Harbour, entre 1942 y 1946 los japoneses y descendientes fueron enviados a centros de detención. Muchas casas vacías fueron ocupadas por inmigrantes africanos, que llegaron a trabajar en la industria bélica, casas que terminaron siendo clubes de jazz.
Quedan de esos tiempos el Panama Hotel & Tea, hotel construido en el corazón del barrio japonés en 1910. Tenía solo piezas single para los hombres que llegaban solos. Muchos dejaron sus objetos a la espera del regreso, pero 8500 nunca fueron reclamados y hoy están exhibidos. Y también se conserva el restaurante Maneki, de 1904, que sobrevivió al vandalismo post Pearl Harbour y al Covid.
Por supuesto hicimos stops obligados en las tiendas de tés, en las de venta de golosinas orientales y en los supermercados para perdernos en sus pasillos y góndolas, sorprendiéndonos con la variedad de productos ofrecidos.
De allí iniciamos una caminata en ascenso rumbo a la Biblioteca Central. Un edificio descomunal del holandés Rem Koolhas. Toda la zona está repleta de vagabundos lo que genera una sensación de inseguridad.
Luego regresamos a Pike Street y paseamos por el Waterfront nuevamente pues el día radiante invitaba a disfrutar del paseo.
De allí, nos dirigimos hasta Olympic Sculpture Park. Es una exposición abierta y permanente del Museo de Arte de Seattle con buenas vistas al Mar de Salish.
Y bien cerquita de allí nos esperaba la visita a la Aguja Espacial. Se construyó para la Expo Mundial de 1962. Tiene 184 metros de alto con vistas 360º de Seattle, Puget Sound, el Monte Rainier y las Olympic Mountains.
El sol se empezaba a poner, por lo que decidimos disfrutar de esa impresionante vista, mientras disfrutábamos una cerveza y unos hotdogs. En el piso de abajo del mirador funciona un bar con piso de vidrio giratorio, "The Loupe".
A la mañana siguiente un vuelo súper corto nos llevaría a Victoria, la ciudad de ingreso a Canadá. Tomamos un Uber desde el hotel hasta Pioneer Square, ya que desde allí sale un tren con una parada en SEATAC. Al bajar se puede usar el servicio gratuito de carritos de golf para evitar la caminata.
El aeropuerto Seattle Tacoma es muy importante, por lo que los counters de check in suelen estar colapsados. Tuvimos la fortuna de que una chica a cargo del despacho de vuelos de Alaska Airlines nos asistió con suma agilidad lo cual nos permitió ingresar a la sala de preembarque y tomar un desayuno mirando cómo despegaban los aviones, despedida de Seattle que nos resultó memorable.