Québec City

La Canadá francesa

Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, es la única ciudad de América del Norte, junto con Campeche, que conserva sus murallas fortificadas.

En 1608 se instalaron los franceses. Tres décadas después la ciudad fue tomada por corsarios ingleses. Carlos I, rey inglés, aceptó devolver las tierras a Luis XIII a cambio de su hermana de 15 años, Enriqueta María. Pero en 1756 empezó la llamada Guerra de los Siete Años y la tierra quedó para Inglaterra. No pudo ser conquistada por los revolucionarios (que formaron los EEUU) y así quedó ¿definitivamente? inglesa.

Es fuerte en un tercio de sus habitantes el soberanismo, que considera a la provincia de Quebec una nación que por ende debe independizarse de Canadá.

Llegamos en tren desde Montreal. Nos hospedamos en un hotel próximo a la estación, por su conveniencia, el Le Saint Paul.

Iniciamos una caminata en ascenso rumbo a Place Royale, donde se fundó la ciudad en 1608. A la vuelta se encuentra el Fresque des Québécois, el Mural de los Quebequenses, principal de la veintena de murales, hecho en 1999 por un colectivo de artistas locales. Representa en 420 m2 la historia de la ciudad.

Muy cerquita, la Église Notre Dame des Victoires, de 1723, una de las más antiguas de Norteamérica. Se restauró en 1816, tras los bombardeos ingleses. Allí se rodó la película Atrápame Si Puedes en 2002.

Antes de continuar, decidimos hacer un stop, ordenamos unas cervezas y nos quedamos contemplando lo que acontecía en la bonita plaza.

Luego de ese momento de relax, caminamos rumbo a la Batterie Royale y al muelle Quai Chouinard, donde dudamos en contratar el Cruise Tour por el río San Lorenzo. Si bien el día estaba soleado y lindo, preferimos continuar deambulando por la ciudad.

Pasando la curva que continúa, encontramos el punto fotográfico del Chateau Fontenac y unos metros adelante el Fresque du Petir Champlain, que ilustra la historia del Cap-Blanc, el antiguo barrio portuario obrero de Quebec.

Volvimos sobre nuestros pasos por el Boulevard Champlain hasta Le Funiculaire. El original era de 1879 y sube 60 metros en un ángulo de 45 grados.

A la derecha están las ruinas del Châteaux-Saint-Louis, casa de gobierno original, y la Terrase Duferin, el paseo de 1859 con muy lindas vistas al Río San Lorenzo. El paseo peatonal resultó muy entretenido, había mucha gente y tiendas bien bonitas.

Desde allí fuimos al Chãteau Fontenac, a cargo en la actualidad de la cadena Fairmount. El hotel es del año 1893 y es la imagen de la ciudad. Formaba parte de la cadena de grandes hoteles ferroviarios de la Canadian Railway Pacific y fue diseñado por el estadounidense Bruce Price.

El sitio Luxury Travel lo eligió en 2022 el mejor hotel del mundo. De estilo châteauesque tiene 18 pisos que suman 80 metros de altura. Son 610 habitaciones y cuatro colmenas con sus abejas reinas servidas por 70 mil obreras, ya que el hotel produce su propia miel, 300 kilos al año. 

Aquí se rodó la escena final de la película I Confess dirigida por Alfred Hichtcock.

Abajo funciona un célebre Starbucks Café justo frente a donde tienen lugar a cada momento las actuaciones de los artistas callejeros de tipo circense.

Luego del paseo, nos sentamos en el restaurant La Buche para probar la comida local, en especial el poutin, un plato de papas fritas con queso y una salsa espesa de carne bien sabrosa.

Al día siguiente, caminamos rumbo a la Citadelle, la residencia de verano del Gobernador de Canadá y base militar activa. Es una fortaleza inglesa de mediados del siglo XIX pensada para prevenir ataques estadounidenses. En el Patio de Armas tiene lugar cada mañana a las 10 la Cérémonie de la Musique en Rouge, el cambio de guardia por parte del 22º Regimiento Real de Canadá. A las 12 un cañón hace un disparo. Al salir al frente se encuentra la Assemblée Nationale du Québec, de 1886. Es la sede del poder legislativo de la provincia de Quebec. Se trata de un edificio millonario que causó varias huelgas y revueltas por los bajos salarios de los 400 obreros que la levantaron.

Detrás el Observatoire de la Capitale, con su mirador del piso 31 de un edificio de administración pública. Con 221 metros es el punto más alto de Quebec.

Continuamos rumbo al Hotel Concorde, edificio de 1974 que alberga el Ciel!, restaurante giratorio 360°. Otra caminata de unos diez minutos hasta el Musée National des Beaux Arts du Québec, con su colección de 24 mil obras de artistas locales y jardín de esculturas. Destaca su pabellón central, integrado a la antigua cárcel de la ciudad, y el pabellón Lassonde, de 2016, del holandés Rem Koolhaas.

Muy cerquita de allí se encuentra el Boulevard Cartier, seis cuadras que son el alma de Montcalm. Entre Grande Allee and Chemin Sainte-Foy destacan las 34 lámparas gigantes instaladas en 2013 por la empresa Lightemotion, cada una intervenida por un artista local diferente.

Allí hicimos un stop para picar unos hot dogs suculentos para recargar energía para seguir rumbo a las Planicies de Abraham. Justo estaban preparando los stages para el gran festival de música que tenía lugar esa noche. El campo de un terrateniente, llamado Martin Abraham, fue escenario de una batalla de 1759, en la que los ingleses comenzaron a arrebatarle la posesión de la actual Canadá para siempre a los franceses. Fue en el marco de la Guerra de los Siete Años, conflicto global que enfrentó a unos y otros con sus aliados en Europa, Norteamérica, el Pacífico Sur y la India.

Hay espacios para picnic y descanso.

Regresando, llegamos nuevamente al imponente Chãteau Fontenac, donde elegimos tomar un trago en el bar del hotel, el 1860 BAR, exclusivo y elegante. Realmente un imperdible.

Y así cerramos nuestra visita a la bella Québec City.