Montreal

Diseño y cultura

Fue la metrópoli más importante de Canadá hasta los 70, cuando fue desplazada por Toronto. Viene de la conversión de Mount Royal al francés, hablado por el 90% de los habitantes. Igualmente sigue siendo un centro artístico y cultural, con 100 festivales anuales, algunos célebres: jazz, comedia y música francófona. Fue sede de los Juegos Olímpicos de 1976 y es la casa de los Canadiens, uno de los más grandes equipos de hockey sobre hielo. También es sede de un gran premio de Fórmula 1.

Fue, junto a Berlín y Buenos Aires, una de las tres primeras en ser rotuladas City of Design por UNESCO en 2006. Cada una de sus 68 estaciones de subte fue diseñada especialmente por diferentes arquitectos. Tiene uno de los principales hubs de desarrollo de IA y de e-games del mundo.

Su centro, el Old Montreal, es el mejor conservado del país. Y la llaman la Ciudad de los Cien Campanarios, con 650 iglesias, muchas de ellas originales del siglo XVIII. 

El RESO, o Underground City, es el sistema de pasillos para el invierno, con 32 km de extensión total.

Al ser una isla entre ríos, con tantos puentes, se generó un problema de embotellamientos que la llevaron a ser una de las ciudades con más ciclistas del mundo. 

Varios famosos nacieron allí, como Leonard Cohen, Celine Dion, Oscar Peterson, Beto Cuevas.

Desde la estación central, caminamos -pasando por la Basílica Marie Reine Du Monde- rumbo al hotel Comfort Suites Downtown, para dejar nuestras cosas y salir a disfrutarla. La basílica es una catedral de 1875, una réplica de la de San Pedro.

El primer stop en nuestro recorrido fue el Mural Tower of Songs, tributo al cantante y escritor Leonard Cohen. Una obra conjunta del local Gene Pendon y el angelino EL MAC.

A la vuelta, en Mackay esquina Maisonneuve, la escultura cinética Di Octo, del estadounidense Anthony Howe, creador del pebetero olímpico de Río 2016. Tiene ocho metros y representa un diente de león que se mueve a la mínima brisa.

Avanzando hasta Sherbrooke, a la derecha encontramos el Museo de Bellas Artes, famoso por los robos que sufrió. El 4 de septiembre de 1972, un grupo comando robó 18 pinturas valuadas en 20 millones de dólares, incluido un Rembrandt y un Delacroix que nunca fueron recuperados. El Museo cobró el seguro y compró Los Leopardos, de Rubens; ¡pero un estudio de pigmentos determinó que era de 40 años después de su muerte!

Luego de eso, hicimos una combinación de buses para llegar hasta la Basílica Notre Dame

La catedral fue finalizada en 1843, es de estilo neogótico inglés. Su arquitecto fue un anglicano irlandés, James O´Donnell. Es considerada después de la Sagrada Familia y la Basílica de San Pedro como top tres de iglesias del culto romano, por su interior de tonos azulados. Fue escenario de funerales, bautismos y bodas de elite, como la de Celine Dion, para los que se usa solamente el campanario de la izquierda. Son célebres sus conciertos de órgano y sus espectáculos con luces en el altar. Comprando el ticket de ingreso, se encuentran autorizadas las fotos y videos.

Es súper bonita, pero no nos resultó tan impresionante, debemos confesarlo.

Luego caminamos hacia el río para obtener buenas vistas de la Noria, de la Torre de Montreal, un observatorio vidriado, y una cuadra más adelante del Complejo Habitat 67. Es un edificio de departamentos que se estudia en la carrera de arquitectura. Fue la tesis de grado de Moshe Safdie, el mismo de la National Art Gallery de Ottawa. Son 354 bloques de hormigón en un “desorden organizado”. El gobierno federal solo construyó 10 de los 22 bloques proyectados.

Volvimos por Rue Saint-Paul para recorrer el Vieux Port, el Puerto Viejo, hasta el Marché Bonsecours, un mercado de agricultura de 1847. Justo detrás, se encuentra la Capilla de Notre Dame de Bonsecours, de 1771, donde reposan los restos de Santa Margarita Bourgeouys, monja francesa que expandió la fe en Montreal. Es un centro de peregrinación de pescadores y navegantes del río San Lorenzo.

Desde allí otra caminata hasta la estación Champ de Mars, donde tomamos el metro rumbo Lionel-Groulx. Allí se encuentra el Marché Atwater. Es el segundo mercado más grande de Montreal, después de Jean Talon, pero mucho menos turístico. Tiene deliciosa oferta dulce y salada, por lo que no dudamos hacer un stop para un picoteo inolvidable, deleitándonos con un croissant de almendras.

Al salir, el señor @tripticity_ tenía orquestada una sorpresa. Conocer el Atwater Coctail Club, un speak easy que no admite reservas ni mesas de más de seis personas. Fue elegido en 2024 entre los 50 mejores bares de Norteamérica. Se entra por el callejón oscuro y sucio al lado de la financiera. Disfrutamos de tragos con un mini picoteo.

Luego otro bus nos llevó hasta el L’Oratoire Saint Joseph Du Mont Royal.

Es la iglesia más grande de Canadá, construida durante 60 años hasta 1941. Es la única excepción a la ley local de impedir que cualquier edificio sea más alto que la cima del Monte Real. La cúpula es un mix de los planos de la Catedral de Florencia y la Basílica de San Pedro. En su interior, destaca la estatua de San José.

El descomunal oratorio asentado en lo alto del monte ofrece un observatorio destacado de la ciudad. Allí nos sentamos y disfrutamos de una puesta de sol inolvidable. Justo coincidía con la ruta de los aviones rumbo al aeropuerto internacional, por lo que la escena realmente era deslumbrante.

Al día siguiente, teníamos previsto viajar a Quebec, donde dormimos dos noches, regresando luego a Montreal por un día más antes de nuestro vuelo internacional de regreso, que partía de Montreal.

Ese último día en Canadá, fue otro que memorable. Al llegar, decidimos hacer un poco de shopping en la zona comercial de la ciudad, aprovechando la cercanía del nuestro hotel el Comfort Suites Downtown.

Luego, tomamos un bus hacia Plateau Mont-Royal. El señor @tripticity_ tenía previsto hacer un challenge de los clásicos bagel de la ciudad. 

Es casi como el River-Boca de Montreal entre las boulangeries St. Viateur y Fairmount. El bagel tiene su origen en la Polonia medieval. En 1880 comienza la migración masiva de familias judías desde Europa del Este. En Nueva York es más grande y esponjoso, mientras que en Montreal se precocina en agua con azúcar y queda crujiente. Fairmount se arroga ser la primera casa de bagels de la ciudad, su rival abrió en 1957 y se disputan la lealtad de los locales.

Primero probamos St. Viateur Bagel. Compramos un bagel plain y otro con cebolla. Muy ricos.

Luego avanzamos para llegar hasta Fairmount Bagel. Otra vez riquísimo. No logramos definir el favorito.

Lo ideal es comerlos en el momento, y como máximo dentro de las 5 horas de preparado: ambas casas lo enrollan a mano y tienen los hornos a leña prendidos los 365 días del año.

Luego del duelo culinario continuamos rumbo a Saint-Laurent. En el barrio bohemio de La Meseta crecieron artistas como los escritores Michel Tremblay y Mordecai Richler, y el polifacético Leonard Cohen.

Fuimos bajando por el Boulevard Saint-Laurent en modo paseo muy tranquilo, perdiéndonos por los callejones del costado. Pasamos por Hof Kelsten, la famosa sandwichería. Después fotografiamos la casa de Leonard Cohen y disfrutamos el Street art que encontramos a la altura del 4000, en especial el mural de Leonard Cohen del local Kevin Ledo.

El regreso al Comfort Suites Downtown lo hicimos caminando por la peatonal, aprovechando el cálido viernes en que todos los locales parecían haberse dispuesto a deambular por allí. Todo muy animado.

En el camino, casi sin quererlo, nos encontramos con el célebre shopping Eaton Centre, y en su interior, el impresionante Time Out Market. Era nuestra última noche en Canadá, por lo que decidimos cenar allí, disfrutando de la DJ en vivo y del animado mercado, con opciones gastronómicas de todas partes del mundo.

A la mañana siguiente un Uber nos llevó hasta el aeropuerto YUL donde nos despedimos de la enorme Canadá. En el camino, por la autopista, pudimos ver a lo lejos Maison Rose, un ícono del street art de Montreal. Es una casa sobre los silos abandonados de una maltería, que apareció allí en 2019. De autor anónimo, nunca se atribuyó la ejecución ni los motivos.